El picor, prurito en el lenguaje médico, se puede definir como una sensación o impulso de carácter desagradable que instintivamente provoca una demanda de rascado. El picor es uno de los síntomas más frecuentes en alteraciones de la piel, pero también puede aparecer como reflejo externo de otras enfermedades.
El picor es una sensación distinta del dolor, pero que parece compartir con él vías de transmisión del estímulo, sin que se conozcan con certeza todos los mecanismos implicados en el mismo.
Causas
Dentro de los desordenes dermatológicos más comunes que desarrollan la aparición de picor podemos encontrar la dermatitis atópica, dermatitis alérgica y de contacto, la psoriasis o las infestaciones de parásitos (picaduras de pulgas, sarna...).
Existen muy diversas enfermedades que provocan picor en la piel pero que tienen una causalidad indirecta (sistémicas), entre ellas las enfermedades del hígado, riñon, diabetes, enfermedades tiroideas, leucemias, o linfomas.
También la toma de algunos fármacos, como algunos antibióticos, acido acetilsalicílico, o la codeína, el contacto con ropa de lana, el frío, algunos disolventes y detergentes o la exposición prolongada al agua es frecuente que produzcan prurito.
La sequedad de la piel o xerosis, muy común entre la gente mayor, produce picores intensos así como los últimos meses de embarazo.
Respuesta – Circulo vicioso del picor en la dermatitis atópica.
La respuesta natural e instintiva del cuerpo es el rascado.
El rascado en un primer momento parece aliviar las sensaciones desagradables del picor porque rascarse o frotarse interfiere con la sensación que surge desde los receptores del prurito mediante la estimulación de varios receptores del dolor y el tacto presentes en el mismo área.
Aunque esta respuesta es útil para aliviar el picor, rascarse solo ofrece una solución temporal y puede provocar males mayores tales como irritación de la piel e incluso desgarros, lo cual podría culminar en una infección.
Esto provoca el conocido círculo vicioso de picor – rascado – picor muy frecuente en la dermatitis atópica y que se ha de evitar en la medida de lo posible para no empeorar el cuadro de la enfermedad.
Soluciones
Para evitar la aparición de estas crisis de rascado es conveniente tener en cuenta una serie de principios que ya hemos comentado en el blog:
- Baños breves con agua templada y poco jabón.
- Mantener la piel hidratada tras el baño con la aplicación de cremas sin perfumes ni colorantes y en los tres minutos posteriores al mismo, tras el secado de la piel sin frotar.
- Las uñas deben mantenerse en buen estado de limpieza y bien cortadas para evitar la formación de heridas en el rascado.
- Vestir con fibras naturales en especial de algodón que es ligero, fresco y cómodo. También hay que evitar zapatillas con materiales sintéticos, mejor usar piel y otros materiales naturales.
- Utilizar técnicas de relajación en caso de que el stress pueda ser el desencadenante del prurito.
- Existen algunos remedios caseros que pueden ayudar a calmar el picor tales como el alcanfor, el eucalipto, el mentol...
Para evitar la aparición del picor conviene tener una piel bien hidratada. Existen en el mercado multitud de cremas y lociones para tener un buena hidratación. Hay que probar y encontrar entre ellas la que mejores resultados da. Conviene aplicarlas entre dos y tres veces al día y tener la precaución de no aplicar si existen heridas.
Cuando el cuadro de prurito es más grave los profesionales de la medicina suelen recurrir al uso de medicamentos aunque el carácter subjetivo y psicológico en el picor hace difícil evaluar los tratamientos.
Se usan los antihistamínicos orales cuando el incremento de esta es la que produce el prurito. En dermatitis atópica se utilizan por su efecto sedante pero nunca aplicados tópicamente.
El tratamiento más común en la dermatitis atópica es el uso de corticoides e inmunomoduladores que ayudan a mejorar las lesiones por su carácter antiinflamatorio reduciendo con ello el picor.
